Su afición a la horticultura, le lleva a tratar de unir dos mundos bien diferenciados en la realidad rosera de los inicios de los años '50: una radical separación entre las rosas modernas y las clásicas o antiguas.
Las modernas poseían un amplio abanico de colorido y capacidad para repetir floración, además de la forma de flor alta centrada de los híbridos de té.
Las rosas antiguas, por otro lado, tenían más perfume y formas de flor en roseta o de copa ahuecada, con multitud de pétalos.
Según él mismo comenta: Desarrollé las rosas inglesas con las mejores cualidades de las antiguas y las modernas en mente.
Estas cualidades podríamos resumirlas como forma de flor, fragancia, resistencia a las enfermedades, vigor y capacidad para florecer, crecimiento y follaje.
Así pues, como venimos relatando, a principios de los '50 se pone manos a la obra e inicia su programa de hibridación, que, tras muchos esfuerzos, intentos y re-intentos, da su primer fruto en 1961, con la rosa Constance Spry. Es consecuencia del cruce entre una rosa gallica, Belle Isis (Parmentier, 1845) y la floribunda Dainty Maid (LeGrice, 1940).
Opiniones de nuestros clientes
Recibe nuestras novedades