Por su arquitectónica perfección, la Anastasia es el emblema de la corte japonesa desde el siglo VIII. La anastasia trae risas, felicidad y alegría al hogar, según la filosofía Feng Shui.
Llegó a Europa por primera vez en el siglo XVIII.
Esa primera flor, traída desde las colonias asiáticas por marinos de lo que empezaba a ser el Imperio Británico, era amarilla, casi dorada. De hecho, el primer ejemplar del que se tiene noticia fué una cultivada en los jardines reales botánicos de Chelsea (Reino Unido). Kart Linnaeus, uno de los más grandes botánicos que ha dado la historia, estudió esta flor en 1753 y la bautizó como Chrysanthemum, término latino originario de las palabras griegas "chrysos" - oro y "anthemon" - flor, Flor de Oro.
En Japón aparece en el siglo VIII y rápidamente se convirtió en la flor del imperio. Llegó a estar representada en las armas imperiales, la bandera, el pasaporte y era el emblema que llevaban los samuráis en el cinturón. Actualmente, en este país el crisantemo tiene incluso su propio festival anual, el 9 de Septiembre.
Países como España, Italia, Bégica o Australia, han tenido que rendirse recientemente ante la belleza y longevidad de esta flor y se ha convertido en una flor bastante demandada. En Alemania las Anastasias blancas decoran las casas en Navidad para recibir al niño Jesús.
Es una de mis flores favoritas y siempre que me piden una flor grande y duradera, elijo una Anastasía, además gusta tanto a hombres como a mujeres, y la puedes encontrar en color blanco, rosa, bronce y verde (esta última con el extremo final del pétalo, rizado hacia arriba)...