El uso de flores y plantas como remedio para las enfermedades se remonta a los orígenes de la vida.
Nuestros abuelos sabían mucho más que simples cuentos de noches de invierno, ellos sabían por su larga experiencia y por la tradición que la naturaleza estaba siempre presta a un auxilio cuando la ocasión lo requería. Aquellas tisanas para la gripe, esas cataplasmas para los dolores, esos baños curativos, etc., ha sido motivo de olvido ante el inquieto avance de la ciencia que todo lo hacia más rápido, más fácil y más económico, y aquí en este último punto es donde descansa el palo mayor del que hoy en día se monta una estructura terapeutica.
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